El partido comenzó con más dificultades de las esperadas. Tras las victorias apabullantes de las últimas semanas, el Sanchez Albornoz quiso pelearle la pelota al líder. Son un grupo de chicos jóvenes con una técnica depurada y un entrenador que explota sus lozanas cualidades. Un paralelismo al magnífico Arsenal del recién proclamado (y con justicia) mejor entrenador de la última década, Arsene Wegner. Un equipo bisoño, divertido, alegre y que juega al toque, no como los zarrapastrosos Mourinho o Capello. Lleva sin ganar algo 6 años, pero no importa. Divierten a la afición, como el Barcelona del apoteósico Guardiola, son moralmente superiores.
En esta primera parte, la posesión, el dominio y las ocasiones estuvieron sumamente equilibrados. La apuesta de Héctor, un jugador de brega en apoyo a William, en vez de Saez supuso una merma en las capacidades del juego. El equipo se mostró más defensivo, más rocoso, y menos gustador que en las últimas jornadas. La afición no se mostraba contenta con el desarrollo del juego y la apuesta por un fútbol más directo. Aquí gusta la pelota por el raso, en apoyos cortos y con un ritmo de juego similar al de una carrera de Captain. Y si eso no lo entiende el entrenador poyetil, hay que ponerlo en la frontera. Tan sólo un gol de Carlitos de rebote bajo la línea puso una nota de color a tanto gris. Un gol amoral, afutbolístico, nacido de una jugada de lucha antiestética del 23 azulón. Mientras el Makok gana y convence con un juego de Tiki-taka, el Poyete optó por fórmulas pretorianas. Un mundo entre ambos.
La segunda parte fue otro mundo. Los jugadores salieron convencidos de llevarse la victoria. Se puso en liza en el once a los tres pequeños: Alberto, Rubén y Ruby. Con Carlos en punta para bregar balones y jugar de espaldas. De esta forma surgió el segundo gol, una obra maestra de Rubén, que vio descender el balón del pechó de Carlitos y disparó con furia al palo izquierdo del portero del Sánchez Albornoz. Inapelable. E indiscutible, definición del temporadón del termómetro del Poyete Team. El tercero no tardaría en llegar, tras una jugada de época de Ruby, que cedió para que Jesús marcara a placer su tercer tanto esta temporada. Gran jugada del liviano futbolista que, sin embargo, no le aleja de la crítica merecida por su actitud individualista. Es un jugador con unas cualidades excepcionales, pero su vertiginosidad y velocidad no ayuda a ese juego de toque y pausado al que aspira el aficionado. Debe detener más el juego, templar, y sobar el esférico en el centro del campo con compañeros como Alfonso, Rubén y Alberto. Tiki-taka pide la afición, y el míster poyetil no puede hacer caso omiso. Va contra la tradición y el gusto histórico de la entendida afición azulona. El gol del Albornoz llegó tras una falta en la que la barrera se abrió de forma inesperada. Miguelín no pudo hacer nada.